Vivir en una sociedad que valora el rendimiento y el éxito a menudo nos lleva a imponernos estándares elevados, creando una carga de autoexigencia que puede resultar abrumadora. En este blog, exploraremos la autoexigencia, reconociendo la interconexión entre nuestras expectativas internas y las influencias externas, y respondiendo poco a poco a esa pregunta que a veces aparece en nuestras mentes: ¿por qué siento tanta autoexigencia?
Las señales de la autoexigencia
- Perfeccionismo: buscar constantemente la perfección, incluso cuando es inalcanzable.
- Miedo al fracaso: vivir con el temor constante de no cumplir con las expectativas, propias o ajenas.
- Dificultad para disfrutar e integrar logros: aun cuando conseguimos algo, minimizar nuestros logros y centrarse en lo que falta

¿Por qué siento tanta autoexigencia?
¿Cómo se construye la autoexigencia?
La autoexigencia se teje como un patrón complejo que a menudo surge de la intersección entre nuestras experiencias, valores culturales y aspiraciones personales. La autoexigencia no es simplemente un fenómeno aislado, sino un constructo que se edifica a lo largo del tiempo, influido por una red de factores internos y externos.
Desde temprana edad, absorbemos mensajes sobre el rendimiento, el éxito y las expectativas que moldean nuestra percepción de lo que deberíamos lograr. Las comparaciones con otros, las normas sociales y las exigencias profesionales contribuyen a la construcción de una estructura compleja de autoexigencia que puede llegar a ser, en ocasiones, abrumadora.
Navegando nuestra historia
La forma en que fuimos criados, las expectativas de nuestros cuidadores y la respuesta a nuestros logros y fracasos pueden influir en las bases para una autoexigencia que perdura en la vida adulta. ¿Fuimos alabados principalmente por nuestros éxitos, o se enfatizó la perfección como norma?
La presión cultural
El entorno cultural y social en el que crecemos también desempeña un papel esencial en la formación de nuestra autoexigencia. Las presiones de la sociedad para destacar, alcanzar estándares predefinidos y cumplir con las expectativas pueden moldear la forma en que nos exigimos a nosotros mismos.
El peso de la comparación
También puede encontrar sus raíces en la comparación constante con los demás. La competencia desmedida y la búsqueda constante de superación pueden impulsar una autoexigencia implacable.
Experiencias que nos dejan huella
Las experiencias traumáticas, ya sean grandes eventos o acumulativas a lo largo del tiempo, pueden crear una autoexigencia como mecanismo de defensa. Buscamos el control y la perfección como formas de evitar situaciones dolorosas o sentirnos vulnerables.
El papel de la autenticidad
Explorar el origen de la autoexigencia nos invita a cuestionar nuestras creencias de guión sobre el valor personal. ¿Nos exigimos para cumplir con expectativas externas, o buscamos la autenticidad y el autoconocimiento?
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Patricia Expósito Méndez. Psicóloga General Sanitaria. N.º de Colegiada: BI04937